martes, 4 de enero de 2011

La ley del yeta

Desde que tengo 10 años que viajo en colectivo prácticamente todos los dias. Tantos años de experiencia me han llevado a increibles reflexiones y axiomas sobre el transporte público.
Algunas de ellas fueron finalmente refutadas, pero la gran mayoría se mantiene practicamente invicta (prácticamente porque, admitamos, toda regla tiene excepcion).

Creo que todo el mundo sabe que sentarse en los primeros asientos es saber que no terminaremos nuestro viaje sentados. Al parecer todas las personas mayores de 60 años deciden dejar de coser, salir de sus casas y tomarse el colectivo en el que vos estas viajando. Esto es ley y lo sabemos.


Otro que recuerdo es cuando nuestro viaje es demasiado cómodo. No existe el viaje cómodo. Si te encontras en un colectivo vacío, de asientos amplios, que agarra la onda verde de la avenida, que hace tiempo récord en su recorrido, que la máquina te aceptó todas las monedas de una... Algo va a pasar. Esto es demasiado bueno para ser real.
Y efectivamente algo pasa...

De repente ves que el chofer dobla en una calle que no debería: Te equivocaste de ramal.

O de repente ves un colectivo de la misma línea parado y averiado sobre el cordón, una multitud de gente esperando, y sabes que se te viene. Seguís sentado, es cierto, pero ahora con 30 grados más y la panza del gordo que se paró al lado tuyo que te roza la oreja en cada curva.

O también puede pasar lo contrario. El colectivo en el que viajas se rompe. Vos y tus pocos compañeros de viaje, con los que te cruzabas miradas de egocentrismo puro pensando "somos los reyes del transporte público", pasan a subir, previa espera de 20 minutos, a otro colectivo que llega rogando un respiro. La carrocería casi toca el asfalto, algunas cabezas salen de las ventanas, gente aplastada contra ambas puertas... Y así terminas tu viaje, rogando sobrevivir al calor humano, al olor humano y al posible error humano del chofer que parece estar intoxicado por cómo maneja...
Y de repente dobla en una calle que no debería... Que yeta que soy!

Y así podria seguir con muchas más reglas de las que no podemos escapar. Las leyes del transporte público están al mismo nivel que las leyes de la física.

Me gustaría detenerme en una ley de mi invensión. La he compartido con muchos y espero poder transmitirla a muchos más.
Lo que más me fascina de esta ley es que uno puede ser perjudicado o beneficiado. Todo depende de lo atentos que estemos. La ley la titulé "La ley del yeta"

Cuántas veces nos hemos encontrado esperando el colectivo más tiempo que el habitual? Muchas, verdad? Pues en esta situación es en la que la ley del yeta entra en acción.

Supongamos que generalmente el colectivo tarda entre 5 y 15 minutos en llegar. Pero en este día en particular, ya llevas 30 minutos esperándolo. Esto suele ocurrir generalmente durante la noche o un feriado. Es cierto que hay una menor frecuencia de los móviles, pero sabemos que ninguno piensa en eso: Yo siempre lo espero 10 minutos y tiene que venir en 10 minutos! Es la ansiedad de estos tiempos modernos.

En fin, ya bastante gente va apareciendo en la parada y hasta algunos se prenden un cigarrillo "para que llegue el bondi". La ley de Murphy no puede ser engañada!

Lo importante acá es, entre tus compañeros de parada, ubicar al yeta. Sí, lo que leíste. Una persona entre todas las que esperan el colectivo es el yeta.
La ley dice que una vez que el yeta del grupo decida optar por llegar a destino por otro medio, el colectivo llegará. También es muy común que alguno vaya al kiosco que estan en frente... Si habré festejado cuando uno dice "vamos al kiosco rápido que me quedé sin puchos"
Así que, en cuanto vean que alguien descuida su lugar en la espera, que se va caminando para otro lado, o se toma un taxi que pasó por ahí, o se toma un colectivo de otra línea que pasó... Ahí llegará tu salvación. Y dentro de los siguientes 5 minutos, sin falta, llegará el colectivo.

El problema llega cuando ninguno quiere asumir el papel de yeta. Nadie se mueve de su lugar. Nadie cede y todos esperan que la paciencia de alguno caiga rendida. La guerra puede ser interminable.

Y si te estas preguntando qué sucede cuando uno espera solo en la parada, la respuesta es simple: El yeta sos vos. Siempre hay un yeta. Y en cuanto te canses de esperar y te tomes un taxi, verás detrás tuyo el colectivo doblando la esquina.

Obviamente podés decidir esperarlo, pero llegará cuando sea. El yeta no tiene tiempos promedios: Puede tardar otros 20 minutos, una hora, dos horas o no venir nunca. Querés arriesgarte? Allá vos.

Espero poder ayudar a muchos en sus viajes con esta ley, esto sucede de verdad. Esten atentos, miren y analizen sus alrededores en la parada del colectivo. Hoy puede ser tu primer dia de suerte con el transporte público.

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