viernes, 12 de agosto de 2011

Segunda oportunidad

Creo que nunca entenderé las causas reales de por qué me pasó lo que me pasó. Lo que sí estoy seguro es que el hecho de haberme quedado sin aire por andar apurado fue clave.

Iba caminando por Riobamba con destino a Av. Corrientes y aun estaba a la altura de Av. Santa Fe. Tenía por delante unas eternas ocho cuadras.

El primer indicio lo tuve llegando a la esquina de Marcelo T. de Alvear, cuando vi a una señora subirse a un taxi Peugeot 504 y ni siquiera era el móvil de una empresa de radio-taxis. La agarró el semáforo. Mientras pasaba por al lado di un último vistazo de la pobre señora que, en mi opinión, estaba haciendo malabares con la posibilidad del tan común secuestro express. El taxímetro marcaba $2.90 pero me convencí a mi mismo que me había confundido, cosas que pasan cuando uno está apurado.

De a poco las grandes bocanadas de aire que daba se me hacían insuficientes y, como muchas veces pensé, el corazón mantenía un ritmo tan acelerado que aun con 26 años uno se asusta. Al fumador se le suelen meter estas ideas en la cabeza.

Tuve la suerte de que en la esquina de Paraguay me agarró el semáforo y pude descansar. Fui mirando a mi alrededor. Un cyber mostraba a través de la vidriera, y hasta parecía que lo hacía con orgullo, cinco computadoras compuestas por monitores gigantes y gabinetes monstruosos. Me pareció ver la ranura para el diskette.

Seguí caminando, pero esta vez más atento. El colectivo de la línea 12 tenía algo extraño pero no pude descifrar qué. En la calle un Ford Sierra dejaba pasar a un Renault 19. Nadie hablaba por celular. 

No se bien cómo poner esto en palabras, pero de alguna manera sentí que todo estaba levemente desgastado y borroneado. Era casi imperceptible, pero había un toque de sepia en todo lo que veía. Como si delante de mis ojos me hubiesen puesto un filtro. Los sonidos eran distantes, ecos lejanos; me daba la sensación de que esto ya estaba vivido y abandonado en el tiempo. Un suceso pasado que se repite una y otra y otra vez, en cada una más gastado y distante hasta que desaparece en la historia. En aquella historia de todos los peatones y conductores de la calle Riobamba de ese dia... De qué día?

Asustado, seguí caminando sin darle tregua a mi cuerpo, aferrandome a la absurda idea de que, tal vez, al llegar a destino todo vuelva a la normalidad.

Mientras avanzaba  miraba fijo el edificio de Aguas Argentinas y mi ex colegio De La Salle, ambos edificios de 100 años de antigüedad, que evidentemente se deberían mantener constantes.

Llegué a Viamonte. 13:30hs. Escuché un timbre. Me quedé helado mientras veía salir a todos mis compañeros del secundario. Apenas secundarios, de primer año. Y ahí estaba yo. El yo de 14 años que se iba perdiendo en medio de un grupo grande de alumnos que armaba una ronda contra la pared, como queriendo ocultar algo.

Crucé y me acerqué. Nadie dijo nada. Me asomé y me vi a mi mismo, un pobre adolescente cayendo bajo las garras de la presión social prendiendo su primer cigarrillo. Sin vacilar me metí en la ronda a los empujones y me pegué (a él, el que era yo) una trompada directo a la boca del estómago, dejándolo sin aire. Antes de que caiga al piso le dije “así te va a faltar el aire todos los días si empezás a fumar” y enseguida me alejé caminando por Riobamba sin mirar atrás.

Caminé rápido, muy rápido, como deslizándome por la vereda. De a poco los colores se hicieron mas vivos, los ruidos mas fuertes, los autos más nuevos, los Blackberrys invadían la cuadra. El filtro se habia ido. Estaba de vuelta.

Aproveché la última cuadra para serenar mis ideas y salir de lo que parecía una especie de sueño, y pude recordar vagamente que una vez hubo un loco que me pegó una trompada a la salida del colegio porque estaba fumando. Nunca más me animé a prender un cigarrillo. Menos mal. No me gustaría quedarme sin aire al caminar. A mi me gusta mucho caminar.

8 comentarios:

  1. Te leí, y me diste escalofríos.. sabelo.
    Justamente vengo medio sensible con el tema cigarrillo desde hace unos días..
    Ni que hubieras sabido mira! jaja

    Besito Matii

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  2. pero siempre estas sensible por algo... como es que estas sensible con el pucho? te paso algo?

    Deja el pucho verito, tarde o temprano vas a tener que dejarlo...

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  3. euuu, mentira que siempre estoy sensible por algo (creo) jaj
    y por el pucho, es largo para escribirlo jaja.

    eventualmente lo dejaré calculo. me hace falta más fuerza de voluntad, vio? :(

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  4. Te hace falta un susto... Como cuando yo me quede sin aire, casi no podia respirar y me tuve que ir a la guardia a que oxigenen...

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  5. algo de eso hubo... en fin.
    me contaste algo en la fadu de la vez que te fuiste a la guardia.. no me acordaba de eso..
    en fin! tenés TODAS mis felicitaciones querido! me encanta el cambio de mentalidad que tuviste, en serio! :) estoy orgullosa de vos! jaja

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  6. Entre que me quede sin aire y deje de fumar pasaron como 3 años, pero siempre me dejo pensando....
    Bueno, despues me contas que te paso a vos

    Y gracias por las felicitaciones, se siente bien estar libre de humo...

    BEsos veritoooooo

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  7. Nooooooooooo!!!! excelente, excelente, excelente relato! Con o sin tu permiso lo voy a compartir con mis amiguillos fumadores en FB.

    Que la fuerza de voluntad (y de vivir mejor) te acompañe!

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  8. ajajjaj gracias Eli!
    Y compartilo nomas! Tenes mi bendicion jaja
    Besos!

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