Hoy a la mañana viajé parado e incómodo en el 92, nada nuevo... Igualmente este viaje en particular fue distinto: Me puse a analizar la relación entre personas dentro de, en este caso, un bondi.
Gente de diferentes edades y clases sociales... Ese laburó toda su vida de albañil, ese otro es médico, esa tiene toda la pinta de abogada y esa otra seguro es del interior. Diferentes y desconocidos, y aun así cómplices dentro de una situación tan mundana como es moverse de Caballito a Palermo.
No solo están juntos en esa tarea, están juntos en sus incomodidades y sus sensaciones: Tienen calor, están apretados, fastidiados con el tránsito excesivo y el semáforo que corta al onda verde.
Están conectados... No importa en qué tan superficial o profundo nivel,
están conectados. Y eso, reduciéndolo en este caso a la expresión más mínima y simple, es la escencia de la vida en sociedad.
Yo creo mucho en el hecho de que este tipo de actividades urbanas y públicas son las que nos mantienen informado de la realidad que atraviesa, al menos, una ciudad. Nunca nada te va a mostrar mejor los diferentes matices de una sociedad que tomarse un colectivo que arranca en el conurbano y termina en Retiro. Pobreza y dinero, estrés y distención, inseguridad, tránsito, distintas generaciones, modas, inflación y anda a saber qué otra cosa más... Todo lo que uno puede saber de la urbe que lo rodea al alcance de $1,25
Y esto es solo el bondi... Luego vendrán los bares, hacer cola en el banco, en el supermercado, los cines y yo que se, mil cosas mas...
Y me puse a pensar que aquel que tuvo un éxito económico es de las personas mas solitarias que hay... Ya no viaja en bondi porque tiene auto. Se mueve siempre por los mismos lugares de la ciudad. Ya no va al supermercado porque tiene una empleada doméstica. Pasa los fines de semana en el
country, rodeado de gente a su imagen y semejanza. Se va de vacaciones al extranjero. Vive en torres rodeadas de rejas, ya ni por la vereda se asoma.
TRISTE... No encuentro mejor palabra.