viernes, 30 de agosto de 2013

Arquitectos Estrellas

A lo largo de la carrera hay algo que no deja de hacer eco en los talleres de diseño (y otras materias también), un eco que se repite sin importar la cátedra: Nombres. Resuenan al punto de que dejamos de ser estudiantes para convertirnos en fans. Frank Gehry, Zaha Hadid, Santiago Calatrava, Rem Koolhaas, Norman Foster y varios más.

Estos arquitectos desarrollan proyectos millonarios en todo el mundo, es decir que no tienen un contexto fijo más que el mundo marketinero y globalizado en el que se encuentran sus clientes. A medida que su fama fue creciendo, gracias a publicaciones y premios de los cuales no voy a criticar ni menospreciar, la figura de arquitecto exitoso y conocido mundialmente se fue transformando hacia la de un diseñador que vende SU imagen y SU firma… A cualquiera, en cualquier parte, con cualquier programa de necesidades, con cualquier clima, con lo que sea. 

Personalmente creo que todos los diseñadores llegan a desarrollar un estilo propio, pero cuando éste resulta ser la razón de su fama, muchos quedan encerrados. Y tarde o temprano sucede que por tener que cumplir con un programa de necesidades complejo o por tener un contexto extremadamente diferente, no siempre podes usar ese gesto que te caracteriza; y TU imagen y TU firma no sirven. Algunos se adaptan, otros no.  

La obra que puso estos cuestionamientos en mi cabeza fue la clínica de salud mental Lou Ruvo, en Las Vegas, proyectada por Frank Gehry en 2010. Si, Frank Gehry con sus curvas y deformaciones para albergar gente enferma con alucinaciones y delirios. Cuando me puse a investigar por qué le fue dado a Gehry semejante proyecto encontré que “La ciudad de Las Vegas hacía años que quería tener una obra de Gehry”… Y claro, eso es lo que importaba. Y si bien el programa en sí de la obra merece un artículo aparte por cómo fue resuelta, el tema se resume en que la ciudad exhibe su escultura y un pobre enfermo mental con delirios de persecución intenta sanar sus males viendo turistas sacándole fotos desde la ventana. Al final… ¿Para quién es la obra? ¿Para el enfermo o para el turista? Me gusta pensar que Gehry fue un prisionero de su propio estilo ya que la ciudad quería (y exigía) sus curvas plateadas; pero al fin y al cabo la verdadera víctima fue el usuario y el verdadero victimario, sin duda, la caprichosa actitud del comitente: El gobierno de Las Vegas.  

Por un lado tenemos la cuestionable actitud de que un starchitect (porque en inglés suena mejor) realiza todas sus obras con un estilo propio (su receta infalible, su venta segura, la razón de su éxito) sin siquiera considerar que tal vez no es la mejor solución. Y por el otro lado (hay que repartir culpas) tenemos la más que cuestionable decisión de que un proyecto sea encomendado a alguien únicamente por el hecho de que es famoso.

Entonces me pregunto: ¿Cuándo es correcto usar a estas estrellas? Todas las grandes ciudades han desarrollado algo en común: Un espacio para el mundo corporativo. Debido a esto podemos dejar pasar la actitud de una multinacional, sin contexto fijo ya que tiene sus sedes repartidas en todo el globo, que busca este tipo de arquitectos/celebridades pero habría que cuestionar duramente el papel del gobierno que hace lo mismo para nuevos edificios públicos. Ahí dibujaría la línea: Entre lo público y lo privado. Una empresa privada crea una imagen que será igual en todas las ciudades en que se encuentre; en cambio los edificios públicos de una ciudad reflejan la cultura y la historia de la sociedad que la compone y ¿quién mejor para realizar el proyecto de un edificio público en la ciudad de Buenos Aires que un arquitecto que vivió allí toda su vida? ¿El conocimiento de la sociedad en la que se ubica el proyecto ya no importa? Es más, ¿no les gustaría darle trabajo a un estudio local? La respuesta es que SI… Pero, lamentablemente, queda mejor decir que el proyecto lo hizo un starchitect… Y tal vez no sea el mejor proyecto, tal vez no sea funcional, tal vez sea extremadamente caro, pero hay algo con lo que sí cumple: Con el Marketing. 

Y ahora Buenos Aires puede decir, y actualizame wikipedia, que tiene un Foster en Parque Patricios y un Calatrava en Puerto Madero…

Link de la nota (y me pusieron mal el nombre jaja)

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